La constelación de Acuario sin duda era una de las más conocidas desde la antigüedad, y es que se tienen registros que civilizaciones como los sumerios le dieron su nombre a la constelación en honor a su dios An, que derrama el agua de la inmortalidad sobre la Tierra.

En Egipto se referían a la constelación de Acuario como la copa enviada por los dioses en la época de las inundaciones del río Nilo. Este fenómeno hacía que el río se desbordara cíclicamente después de cada verano, fertilizando los campos.

Acuario es la undécima constelación zodiacal. Representa una figura humana que vierte agua mediante un cántaro o ánfora. Los griegos adaptaron el mito y su representación como un hombre con una jarra de agua, a la figura de Ganimedes.

Ganimedes era un príncipe troyano, hijo de Tros, rey de Frigia, y de la reina Calirroe. Era tan hermoso que Zeus transformándose en águila, lo secuestró y transportó al Olimpo. En la morada de los dioses, Ganimedes substituyó a Hebe en la función de servir las copas en los banquetes divinos. Zeus lo compensó con su propio lugar en el firmamento

 

 

Significado esotérico del signo de Acuario

Según Alice Bailey, el pensamiento semilla de Acuario es:

“Soy el agua de la vida vertida para los hombres sedientos”.

La meta suprema del acuariano es expresar la nueva Era, sus visiones, ideas y trabajo, y ser el «agua de vida… derramada para los hombres sedientos».

La vida abundante es la vida que progresivamente expande su ra­dio de contacto, comunicación y cooperación. La vida interior puede apreciarse solamente cuando desarrollamos el poder intuitivo, y nos convertimos en dispensadores de vida.

Acuario tiene, como símbolo al aguador, pero el agua que escancia de su cántaro es fuego líquido, es fuego creador. La creatividad es un proceso de manifestación de la Divinidad interior a través de la belleza, la bondad y la verdad.

 

Hércules, un gran Iniciado, cumplió su trabajo en Acuario, del siguiente modo:

Había un rey que durante treinta años no limpió los establos re­gios. El hedor era espantoso y muchas personas morían de infección. El monarca convocó a mucha gente, pero ésta fue incapaz de lim­piar los establos. De modo que Hércules acudió al rey Augías y le dijo: ‑‑Aquí estoy, yo puedo limpiar los establos en un solo día.

El rey no le creyó, y juzgó que detrás de su afirmación había una motivación oculta. Pero debido a que la necesidad era grande, le contestó: ‑‑Puedes intentarlo, y si los limpias, ven a verme.

Por la mañana temprano, Hércules se dirigió a los establos y com­probó el estado del sector circundante. Vio que había dos ríos que corrían en las cercanías. Tuvo una gran idea. Durante toda la maña­na procuró cambiar la dirección de los ríos hacia los establos, y lo logró. Llegó el agua y, en pocas horas, limpió todo el estiércol acu­mulado. Luego de concluir su trabajo, acudió al rey, le informó y pidió su recompensa, pero el rey se encolerizó, y le dijo: ‑‑Vete, márchate de aquí antes de que reduzca tu estatura cortándote la cabeza.

De modo que Hércules se marchó. Este es un bellísimo relato simbólico. El rey es la Chispa divina que está dentro de nosotros, llamada en ocasiones Mónada. Hércules, siendo el alma humana, era un reflejo de la Mónada en la personalidad. No le mataron por­que él era el Yo mismo.

Según Torkom Saraydarian, los ríos son el hilo de la vida y el hilo de la conciencia. El hi­lo de la vida se llama el sutratma que se amarra en el corazón, y el otro se llama el hilo de la conciencia que se amarra en la cabeza. Hércules liberó estas dos energías en los establos.

Los establos son nuestras naturalezas física, emocional y men­tal, en las que se halla la suciedad acumulada de muchas encarnacio­nes. Dentro de nuestros establos se acumulan todo el maya, todos los hechizos e ilusiones. ¿Cómo podremos limpiarlos?

Nuestra naturaleza física está llena de impulsos y tendencias. A lo largo de los siglos se convirtieron en hábitos, y moldearon nuestra vida. Hemos heredado partes oscuras que necesitan iluminarse.

No sólo hay contaminación dentro del cuerpo físico individual sino también en el cuerpo de la humanidad, y profundamente en las venas de la madre Tierra. El veneno generado en el océano, en el aire y el suelo es una pesada capa de «estiércol de ganado» dejado en los establos.

Luego está el establo emocional: odios, molestias morales, so­borno, celos, codicia, miedos, sentimientos negativos y separativos, ira, venganza… todos estos contaminantes son otra capa en el esta­blo.

Está también el establo mental lleno de pensamientos de separa­tismo, racismo, mentiras, prejuicios y supersticiones.

El primer río puede traducirse como el río de la vitalidad, una vida vivida cerca del concepto de sobre vivencia, una vida vivida con poder de voluntad, y decisión para ponerse del lado de las actividades vitalizadoras, y abstenerse de pensamientos, sentimientos y ac­ciones que causen la muerte.

El otro río, el río de la conciencia es el del razonamiento y la lógica puros, bajo la luz de la sobre vivencia de la humanidad, bajo la luz del bien supremo de la humanidad. Este es el río que revela la verdad y la verdad nos pone en libertad. Es el río que revela el ros­tro de la corrupción, la miseria, la explotación y los enemigos indivi­duales nacionales e internacionales de la humanidad.

Este es el río que purifica nuestra mente de todas las formas de pensamiento cristalizadas y obsoletas; y nos da la libertad de vivir para la sobre vivencia y la transformación de la humanidad.

Estos dos ríos los indica el símbolo de Acuario, agua viva electri­ficada, que se derrama para limpiar los establos de la humanidad.

Es interesantísimo notar que Hércules no luchó contra la sucie­dad paleando, removiendo ni amontonando el estiércol sino que, en lugar de ello, liberó los dos ríos y dejó que ellos realizaran el trabajo de purificación.

Nuestra responsabilidad es liberar la luz de la conciencia y el poder volitivo para que la acumulación de las tinieblas desaparezca o se esfume.

La primera exigencia de Acuario y de la Era Acuariana será para la purificación de la vida individual y de la vida planetaria. A través de la purificación es que la humanidad sobrevivirá y avanzará por su sendero de evolución superior.

Durante el mes de Acuario, podemos meditar sobre estas cualida­des, penetrar profundamente en su aspecto energético y vital, y de esta manera utilizar plenamente las energías disponibles para nuestra transformación, como individuo, como grupo y como humanidad.

 

 

Bibliografia

Los Trabajos de Hércules de Alice Bailey

Sinfonia del Zodíaco Torkom Saraydarian