El diagrama de Assagioli y el ánfora de Huber
[Artículo de Rosa Solé Gubianes]
El ánfora evolucionó ante la intención de Bruno Huber de juntar en un solo principio manejable todos los conceptos, las representaciones de Assagioli de los cuatro estados de la conciencia y los tres niveles de la personalidad, simbolizada por los planetas. El ánfora incorpora el sistema de casas y planetas, así como las zonas de los tres niveles de la personalidad.
El diagrama o huevo de Assagioli
El diagrama llamado huevo de Roberto Assagioli, de sobras conocido en el mundo de la psicología, da un paso hacia adelante en cuanto a los modelos de Freud y Jung incluyendo la parte espiritual «el hombre siempre crece hacia la luz» que denomina inconsciente superior. Es decir, tenemos los siguientes estadios en la psique del ser humano:
1.Inconsciente Personal. La parte inferior del diagrama alude al Inconsciente Inferior, dentro del cual existe mucho material reprimido, no digerido ni asimilado, y corresponde a lo que Freud denominó el “Inconsciente”.
2.Subconsciente. En el Inconsciente Intermedio se localiza un área en la cual normalmente no somos conscientes de las motivaciones internas, pero en la que sí podemos movernos psicológicamente, recuperar datos y extraer información mediante la memoria, sin ninguna dificultad.
3.Supraconsciente. En el Inconsciente Superior, se indica la región de la cual recibimos nuestras inspiraciones e intuiciones artísticas, filosóficas, científicas-. Es el lugar donde residen los “imperativos éticos” que nos incitan hacia las acciones correctas, humanitarias o heroicas.
La diferencia entre el Inconsciente Inferior y el Inconsciente Superior es el desarrollo de la conciencia, pues en el Inconsciente Inferior está la parte más primitiva de nosotros mismos, es como un principiante dentro de nosotros, mientras que el Inconsciente Superior representa lo que podemos llegar a alcanzar en nuestra evolución como potencial a desarrollar, del que todos disponemos.
4. Consciente. El campo de conocimiento consciente y objetivo a la luz de la realidad práctica, muestra el área del saber cotidiano.
5. Yo Consciente. La comprensión de nuestro Yo personal.
6. Ser Transpersonal. El Yo Transpersonal es aquella parte de nosotros que al mismo tiempo que dispone del sentido de individualidad, vive en el nivel de la universalidad donde las expectativas y asuntos personales pasan a un segundo plano, a raíz de una visión más amplia.
7. Inconsciente Colectivo. El Inconsciente Colectivo como energía que existe en el entorno en que vivimos y que es global para todos, de la cual recibimos y emitimos constantemente sin ser demasiado conscientes de ello. Se trata del “Inconsciente Colectivo” tal y como lo describió Jung.
En la carta natal, el Yo Personal (5) y el Yo Transpersonal (6) están simbolizados por el círculo situado en el Centro de la carta. Este Yo, Psique o cualquier nombre que se quiera utilizar para describir esta área única, tiene contacto con las energías universales, las cuales a través de la figura de aspectos se dirigen hacia la personalidad, representada por los planetas.
La Tabla Planetaria
Los planetas se clasifican en base a la motivación de las tres grandes leyes universales (Espíritu-Materia Conciencia, o Brahma-Shiva-Visnhu, Padre-Hijo-Espíritu Santo) que en astrología conocemos como Cardinal, Fijo y Mutable.Y los tres planetas de la personalidad, cada uno pertenece a una de las mismas: Sol (Cardinal), Saturno (Fijo), Luna (Mutable).
En la carta natal se dibujan en rojo para que recordemos su importancia. Con esos tres planetas nos identificamos a nosotros mismos; nos proporcionan el sentido de individualidad, y a través de ellos nos vivimos como individuos. El Sol proporciona el conocimiento de uno mismo a través de la mente (conciencia del yo), Saturno hace lo propio a través del cuerpo (conciencia corporal), y la Luna nos hace percibir este conocimiento a través de las emociones (conciencia del tu).
Si colocaramos los planetas dentro del diagrama de Assagioli, tendríamos que los planetas herramienta, funciones de mantenimiento de la vida, Venus, Marte, Mercurio y Júpiter se encuentran entre el nivel 1 y 2. Funcionan desde el mismo momento de nacer, los compartimos con el reino animal. Los traspersonals, imágenes guía, se situarían en el Inconsciente Superior, estadio 3. Y los de la personalidad en el campo de conciencia, el 4 dentro del diagrama de Assagioli.
El Ánfora como símbolo del ser humano
En este diagrama, se observa que Saturno, la Luna y el Sol, no están localizados en el área central, sino que éstos se sitúan más bien de acuerdo a la importancia de su función en la estructura de la personalidad, y se convierten así en los dirigentes de las tres áreas respectivas: Saturno de lo inconsciente, la Luna como puente hacia lo consciente, y el Sol como dirigente de lo consciente.
Con Saturno podemos estar muy orientados hacia el aspecto práctico respecto al funcionamiento del cerebro y de la memoria, ya que proporciona la capacidad de saber contener lo aprendido a través de la cultura. Pero ésta sigue siendo una función corporal. El cerebro y la memoria son funciones del cuerpo, y Saturno es el dirigente del cuerpo.
En la memoria encontramos gran cantidad de conocimientos que, de hecho, están almacenados y no salen a la superficie a menos que sea necesaria su utilización. Estos conocimientos no siempre se encuentran en nuestro campo de conciencia, pues aunque están latentes, no se desarrollan hasta que se da la situación apropiada, y de manera instintiva, la persona sabe. Este sistema forma parte del mecanismo perceptivo del elemento tierra.
La Luna siempre está a cargo del proceso emocional del ser humano. Esta área puede dividirse en superior e inferior. El eje de los sentimientos AC/DC está formado por dos niveles: uno corresponde a la forma de funcionamiento menos consciente o más emocional, y el otro se trata de una percepción más consciente y sensible llamado sentimiento. El sentimiento está en el área consciente, la emoción en el área inferior, inconsciente. Mercurio y Júpiter pueden controlar la parte superior, Marte y Venus vivencian la parte inferior, pero todos ellos son instintos y conductas que aseguran la supervivencia.
La Luna es especialmente variable y casi nunca se mantiene en el centro, tal como el diagrama sugiere. Va mecánicamente hacia arriba, hacia abajo, y hacia los lados del ánfora, como si mirara por una ventana. Observa las escenas que ocurren en el exterior, se identifica con ellas, cambia de actitud según las circunstancias, e incluso llega a sentir en sus pieles como propias, aquellos eventos que se suceden ajenos a ella. Por todo ello, la Luna no desarrolla su verdadera identidad.
El Sol en cambio, domina la parte superior y es bastante consciente de su posición. Aquí, justo en el límite del cuello del ánfora, está saliendo del área de los sentimientos para entrar en otra dimensión. El Sol materializa y da vida a la mente consciente, al Yo que es consciente de sí mismo. Con el Sol (voluntad), podemos separarnos de todos los vínculos e identificaciones, viendo, detrás de lo aparente de la Luna, la esencia de la realidad. En esta situación, y con la conciencia en el centro, somos individuos que pensamos libremente.
Mientras voy hacia Urano, el Sol (voluntad) con su brillante poder, puede expresarse no sólo de manera inteligente, sino también independiente y autoconsciente. La tarea del Sol consiste en averiguar quién soy sin tener que seguir normas ni directrices establecidas, ya que lo sé por mí mismo; pienso, luego existo.
El Sol aporta auto-afirmación y seguridad de que puedo hacer cualquier cosa, no sólo pensar, aunque sea típico de esta área, pero además puedo ser creativo y consciente de lo que hago. En realidad, el Sol no necesita que nadie le dirija ni precisa de intermediarios, ni saber si una cosa está bien o mal. El Sol dispone de un conocimiento que me hace fuerte, afirmativo, y me proporciona una personalidad independiente. Este es un paso importante. Cuanto más se acerca uno a conseguirlo, más cerca está de Urano.
Urano es el poder de la libertad y de la independencia. Es tan independiente que puede ir más allá de los límites naturales del pensamiento.
Dispone de conocimiento relámpago y de visiones desde lo universal, transportándolas en términos que resulten terrenales al resto de los humanos, aportando ideales y enfoques globales que no son sólo para lo personal sino para toda la humanidad.
Podemos penetrar en la «cáscara del huevo» con Urano y llegar a unas ideas que no están controladas por mi pequeña voluntad de sobrevivir, ni por mi necesidad egoísta de ser el centro de la creación.
Urano no busca ideas para sí mismo porque es un planeta supraconsciente o transpersonal. Su función es la de llevarnos a una esfera superior en el ámbito mental (regente de aire) para extraer el conocimiento intuitivo que todos poseemos como potencial interno.
Urano exige la superación de los propios temores para poder dar un paso adelante en la búsqueda de la verdad, que siempre, ineludiblemente, se encuentra detrás de ellos.
La verdad por sí misma tiene más potencial y mayor energía que las preocupaciones personales. Usted nunca dará este paso si su temor es más fuerte, y si su Yo está aislado.
Muchos de los científicos e investigadores son uranianos, «perforan la cáscara del huevo«, permitiéndonos que salgamos de nuestra pequeñez hacia un conocimiento y una mayor comprensión.
Parece ser una evidencia que cuanto más una persona ama el conocimiento, menos ama a la gente; son incapaces de compartir y tener contactos humanos, levantando así una barrera infranqueable difícil de superar: la falta de amor.
Se trata del cuello de la botella u obstáculo del ánfora. Existe cierto punto en nuestro desarrollo personal de la conciencia en el que debemos considerar que el conocimiento no lo es todo y que tiene sus propios límites.
Si persistimos en la búsqueda de más conocimientos el cuello de la botella será incapaz de contenerlo todo y él mismo se ahogará en su proceso. Cada vez será más limitador y nuestra esencia natural se perderá al igual que el sentido de identidad.
Al saberlo todo no sabemos nada, pues ya no existe ningún punto de orientación. El Doctor Fausto es un excelente ejemplo de ello. Sólo hay una forma de superar el bloqueo del cuello de botella, y es aprendiendo la lección de que Neptuno representa el amor.
Neptuno es el poder de la comunión con el Tú, cualquiera que sea el orden o la cualidad que tenga, ya sea una piedra en la carretera, un ser humano, un animal o una planta.
El conocimiento tiene sus límites, sin embargo, el amor puede desarrollar comprensión. Con el amor podemos comprender a los que nos rodean porque entendemos el punto de vista ajeno, y sabemos que las circunstancias nos ayudan a poder descubrir este amor a través de las relaciones humanas identificándonos con ellos.
Tal identificación trasciende el conocimiento, pues no es el hecho de identificarse con el otro dejando de ser uno mismo, sino el sentimiento de estar unido a él y con todo lo que nos rodea. Se trata de la energía unificadora que no ve la separatividad aunque cada uno sea una entidad aislada en un cuerpo, sino de vivir la unidad como un conjunto en el que todos somos parte de una entidad mayor.
El único planeta que aparece dos veces, y fuera del ánfora, es Neptuno. Para experimentar a Neptuno, es preciso trascender su propia esfera y abandonar el área donde creíamos estar tan seguros.
Toda la experiencia que hemos vivido antes con Urano, necesitando adquirir nuevos y originales conocimientos, no nos da la profunda seguridad que necesitamos, pues con Urano incluso se la puede perder.
A menudo la experiencia es similar a la de Saturno: los dispositivos de seguridad a la larga no funcionan. Tanto con Urano como con Saturno puede darse esta pérdida de identidad personal, y la forma de volver a encontrarla es sabiendo llegar a los demás con amor impersonal.
El amor impersonal, es decir, no egoísta ni manipulable, es el estado que nos permite conectar con la verdadera esencia, con el Yo interno, con el centro. Es el sentimiento que nos acerca al amor divino. Para ello no hay que abandonarse, moviéndose al son que los demás exijan, sino comprendiendo a cada ser humano mediante la identificación como apertura de conciencia.
Realmente es muy difícil explicarlo con palabras, es algo que tiene que experimentarse y entonces el cuello de botella se abrirá, a la vez que abriremos nuestro corazón a una dimensión mayor, y podremos conectar con la propia autoidentidad consciente. Neptuno es quien nos lleva a sentir la comunión con el todo.
Para alcanzar la altura de Plutón, requerimos utilizar de nuevo la voluntad, pero aquí ya no se trata de la pequeña y egocéntrica voluntad personal, sino la voluntad unida al propósito. Plutón es una dimensión diferente, es el Sol superior, el Sol transpersonal. No está guiado por el Yo, o por la necesidad de la importancia personal.
Su impulso es para la perfección del ser y todo lo que no está en dicha sintonía, es destruído. Este es el gran poder de Plutón, como diría Alice Bailey (de 1º rayo de poder o voluntad) y su función es la de construir una nueva conciencia para llegar a perfeccionarse.
Si para ello es necesario destruir lo caduco y contingente, Plutón con su poder, y regido por la ley cósmica, saboteará todo impedimento que el ser humano disponga a fin de que no se estanque la evolución. Plutón dirige el mundo del pneuma o Divinidad, y en Él no pueden ni deben entrar nuestras pequeñas personalidades.