Fundamentos de la Psicosíntesis en la Psicología Astrológica
[extraído del libro Psicología Astrológica: Bases y práctica del Método Huber, de Rosa Solé Gubianes. Editorial Sincronía, 2014]
Gracias al trabajo y la estrecha colaboración de Bruno Huber con Assagioli en el Instituto de Psicosíntesis establecido en Florencia, los principios de esta disciplina están muy presentes en el enfoque de la psicología astrológica.
Aunque también abarca conceptos de otras escuelas de tradición psicológica, realmente la psicosíntesis contribuye con muy buena aportación a la estructuración y las bases conceptuales de la práctica astrológica.
La psicosíntesis astrológica trata de comprender la imagen holística de la persona para reconocer la motivación y el sentido de su vida, de manera que las partes que después se analicen tengan un lugar lleno de sentido en la globalidad y no sólo un valor analítico o cuantitativo que fácilmente puede convertirse en receta.
Así, por ejemplo, Júpiter no es sólo el gran benefactor, ni Marte tan sólo el pequeño infortunio.
Para algunos, Marte es el mejor y el más elevado de los dioses y, para otros, es el mismo diablo. Y entre estos extremos hay infinitas posibilidades.
En el horóscopo se intenta reconocer la imagen integrada, puesto que ésta garantiza una forma de vida armónica de acuerdo consigo misma.
En el pensamiento psicosintético, esto es muy importante. Todo lo que tiene un papel en la vida de una persona debe armonizarse y no dar motivo a ninguna presión que no pueda asimilarse.
Esto no significa que no deba haber presiones. Hay presiones que actúan como estímulo y hay otras que lo hacen como una carga. Éstas son partes desintegradas que no están controladas y que, bajo determinados estímulos, toman otra dirección.
Pero, en la medida de lo posible, el sufrimiento que ocasionan va a ser evitado por la persona.
En el horóscopo puede detectarse un exceso de énfasis en determinadas áreas que pueden ocasionar ciertos problemas en la vida.
No obstante, no puede determinarse con exactitud el grado o la intensidad en que el problema se da. Hay personas que solucionan muchos más problemas que otras.
Asimismo, tampoco puede determinarse el grado de conciencia de una persona en un determinado momento. Esto sólo es posible hacerlo mediante la conversación.
La integración presupone que se han reconocido y comprendido las partes desintegradas y que se ha encontrado un camino mediante el cual las podemos incorporar de nuevo.
Pero ante todo, lo más importante es aceptar la desintegración.
Pretender luchar en su contra está predestinado al fracaso puesto que supone una lucha cada vez mayor con las partes desintegradas de uno mismo (subpersonalidades).
Al principio debemos intentar vivir con eso que no nos agrada y nos crea problemas.
Es lo mismo que lo que debemos hacer con el miedo. Si ante el miedo cerramos los ojos o huimos, el miedo no desaparece, sino que crece más cada vez que apartamos la mirada. No queda más opción que confrontar el miedo y sufrir el dolor que ocasiona.
En la medida en que aceptamos y sufrimos, percibimos de qué manera nos hace daño. Lo mismo ocurre con todos los problemas y las subpersonalidades.
Siguiendo el modelo ovoide de la psicosíntesis, Bruno Huber lo adaptó a la psicología astrológica y lo modificó abriendo el ovoide por la parte superior, es lo que se conoce como el diagrama del Ánfora.
El Ánfora de Bruno Huber, como mapa astrológico de la conciencia del ser humano, está formado por la combinación del diagrama ovoide de Assagioli y la tabla de las motivaciones planetarias (véase el capítulo dedicado a los planetas de la segunda parte).
La diferencia entre el diagrama ovoide y el Ánfora es que el Ánfora está abierta en su parte superior, de aquí su nombre. En el apartado del círculo del centro se comenta más ampliamente el desarrollo del Ánfora de Bruno Huber como modelo de la constitución del ser humano.

La metodología de la integración de los planetas de la personalidad, está inspirada en el diagrama de la Estrella, donde las distintas funciones psíquicas están interrelacionadas y se integran a través de la voluntad.
Dentro de la carta natal, la fuerza de los planetas de la personalidad, tanto por signo como por casa así como por la posición en la misma y los aspectos que reciben, nos orientan sobre cuál es el más fuerte para activar el proceso de integración a través de la voluntad de la persona. Por voluntad entendemos, siguiendo la definición de Assagioli, la experiencia directa que todo ser humano tiene de sí mismo.
Terminamos esta primera parte comentando tres etapas importantes en la transformación de la conciencia que pueden relacionarse con el enfoque de la tridimensionalidad que fluye a través de los cinco niveles o apartados que configuran la segunda parte de este libro.
Un modelo de transformación
La estructura del yo, en conceptos de la psicología astrológica, se puede comparar a un triángulo, uno de cuyos ángulos nos conduce en la dirección adecuada elevando nuestra conciencia, pero los otros dos, con sus necesidades, nos mantienen sujetos a la tierra porque se basan, probablemente, en lo que nos enseñaron de niños.
Cuando este triángulo estructura demasiado y se torna inflexible, entonces permitimos que nuestras vidas sean dominadas por las necesidades de aquello que nos exigen los demás, de las emociones descontroladas o de la imperiosa necesidad de seguridad.
Por ello, el eje en el centro del triángulo necesita ser lubricado, de forma que pueda dar vueltas libremente y podamos llegar a ser conscientes de la capacidad que disponemos para hacer girar el triángulo a voluntad.
De esta manera, la voluntad, las emociones o la vida práctica podrán llevarnos en la dirección correcta, tal como es apropiado en cualquier momento y ante cualquier situación con la que tengamos que enfrentarnos. Necesitamos ser conscientes de dicha elección y aprender a llevarla a cabo gustosamente.
Las tres etapas del crecimiento
De hecho, conocemos más de tres etapas. Assagioli propone seis o siete, pero aquí sólo presentamos tres para simplificarlas, conteniendo la síntesis de todas ellas. Estas divisiones no se suceden necesariamente por orden, una detrás de otra.
Pueden constituir etapas en la forma que aquí se resumen, pero también pueden entremezclarse, por lo tanto no es fácil determinar dónde se encuentra uno en un momento dado, respecto a su propio crecimiento.
La primera etapa es la de empezar a cuestionarse patrones de conducta que han regido nuestra vida de forma inconsciente. Son las primeras percepciones hacia una conciencia mayor, y nos abrimos a una comprensión de las leyes naturales desde otra visión más amplia.
Esta etapa tiene momentos álgidos por la apertura de conciencia que conlleva nuevos horizontes, y también existe la otra cara del problema, inevitable, dado que el entorno que no comprende el cambio puede reaccionar en contra de este progreso personal que no comprende.
Es una etapa en la que a menudo se entra en conflicto con las personas que nos rodean y se puede oscilar entre la pasión por lo nuevo, que puede llegar a ser bastante unilateral, y el miedo a la crítica de mostrarse distinto a los valores antiguos.
Una vez dado el primer paso, o comprendida la primera fase de desarrollo, sigue la fase de la conciencia del despertar, es decir, la de experimentar energías transpersonales, que en principio, no se comprenden completamente.
Durante esta fase, a veces la persona necesita el soporte de otras personas que ya hayan experimentado el camino para evaluar el cambio y disfrutar de la armonía consigo mismo en relación a su entorno.
Se aprende a ser consciente de las dimensiones espirituales, y al mismo tiempo estar en el presente y compartir con la gente del entorno respetándolos de acuerdo a sus normas.
La persona se vuelve tolerante con los demás, sin juicios de valor.
El conflicto de la primera etapa es entender que no hay que convencer a nadie de nuestra propia experiencia, permitir que los demás vivan a su manera, y también dejar espacio para nuestras vivencias internas.
La primera etapa a menudo se inicia con el estudio de la astrología, o de cualquier otra ciencia oculta, pero hay otras posibilidades, como vivir hechos psicológicos o fenoménicos. Puede que se empiece teniendo visiones, o se experimenten fenómenos físicos, pero en cualquier caso, todo ello provoca conciencia espiritual.
La segunda etapa es el estadio de aprendizaje.
Cuanto más se aprende a concienciar las energías espirituales, más oportunidades se tienen de que su sistema humano actual –cuerpo, psique, mente– pueda reaccionar y sacar a la superficie los problemas no solucionados del pasado.
De aquí la importancia de estar acompañado por personas que ya hayan pasado este proceso y nos puedan orientar en la forma más práctica para solucionar los posibles conflictos que puedan surgir.
Es importante pasar por el proceso de autodescubrimiento y enfrentarse honestamente a sí mismo.
El observar primero los pequeños yoes o subpersonalidades que constituyen el conjunto de su personalidad. Usted tiene un cuerpo físico, con unas necesidades físicas por un lado y otras emocionales por otro, y los problemas proceden del desajuste entre ambas.
El único camino posible en esta fase no es pretender solucionar las cosas desde fuera de sí mismo, sino con toda su pequeñez respondiendo a lo que la vida pide, con humildad y respeto hacia los demás y con aceptación hacia uno mismo.
Intente observar y tratar los problemas mecánicos que hay en su psique y en su cuerpo para conducirlos, en cierta forma, hacia un orden de funcionamiento mejor.
Debe ser cada vez más fiel consigo mismo; esto es incluso más importante que solucionar el problema. Aceptando su pequeñez, la curación se hará a todos los niveles mediante las energías espirituales.
A veces, el prestar atención es importante en la solución de los problemas, es la posición del observador. El requisito previo y necesario es la aceptación de uno mismo, y no autoengañarse.
Según Louise Huber, en la tercera etapa dentro de este desarrollo, cuanto mejor conozca las leyes espirituales de la naturaleza y aprenda a tratarlas, más la persona tendrá que enfrentarse a los retos en los que se pondrá a prueba la pureza de su motivación.
La tercera etapa nos ofrece la oportunidad de llegar a ser conscientes para distinguir entre las necesidades que son naturales y la codicia del ego. Todo ello es muy complejo y no resulta fácil.
Como ser humano físico, tenemos la necesidad de sobrevivir y averiguar lo que necesita nuestro cuerpo físico para vivir de forma consciente.
El afecto, la pertenencia a un grupo o a una familia, las necesidades emocionales y sentimientos en el plano emocional son catalizadores para el desarrollo psíquico de la persona.
Y el desarrollo de la filosofía personal, los valores, la conciencia social y nuestra aportación para que el mundo sea mejor son los vehículos para que las energías transpersonales puedan irradiar a través de nuestra personalidad.
Ha sido necesario presentar estas tres etapas en un orden, y efectivamente aunque la persona pueda sentirse en armonía con la tercera etapa, de repente pueden aparecer problemas de la primera.
A esa faceta le llamamos «efecto lupa», en la que surgen conflictos internos que se creían superados o se contemplan desde una nueva perspectiva.
Estamos en constante evolución y estas fases de desarrollo nos permiten con el tiempo desarrollar sentido del humor, lo que nos ayuda a desidentificarnos de nuestras subpersonalidades y tomar las decisiones adecuadas en los retos de la vida.
Lo que se llama el cocrear conscientemente el propio presente y posibilidades de futuro.

Métodos de psicosíntesis en psicología astrológica
A modo de resumen, enumeramos los distintos métodos de psicosíntesis que se contemplan en cada uno de los distintos niveles de un horóscopo.
En la parte segunda de esta guía, dedicada a los cinco niveles, se comentan ampliamente los mismos.
Desde el centro hacia el exterior, Bruno y Louise Huber contemplan diversas técnicas de integración:
– Astrología de la figura de aspectos: clave para la síntesis.
– Dinámica de las posiciones, fuertes o débiles, de los planetas de la personalidad por signo y casa.
– Improntas de la infancia (planetas cercanos al ascendente/descendente).
– Planetas en zonas de estrés (compensación/sublimación).
– Planetas en punto de reposo, caminos hacia el centro.
– Relaciones entre planetas transpersonales y las energías de transformación.
– Tensión de desarrollo entre signos y casas, el querer interno y el deber externo.
– Cálculos dinámicos, transformaciones de la motivación.
– El Nodo Lunar como primer paso de desarrollo personal.
– Signos y regentes exotéricos y esotéricos (transformación de conciencia).
– El signo ascendente (pensamiento semilla/desarrollo de metas).
– Ascendente/Nodo Norte, una guía interna.
Otras técnicas importantes:
– Meditación sobre el horóscopo (encuentro de la identidad).
– El círculo central (el yo superior, el alma). Base para el ejercicio de desidentificación de Assagioli -mente, emociones y cuerpo- utilizando las posiciones del Sol, la Luna y Saturno.
– Los tres horóscopos (el ser humano en evolución).